En el mundo de la tecnología financiera, pocos fenómenos han captado la atención colectiva y desafiado las normas establecidas como lo ha hecho Bitcoin.

Desde la creación del misterioso pseudónimo Satoshi Nakamoto en 2008 hasta la explosión actual en la valoración del mercado, el Bitcoin ha resistido la prueba del tiempo, atrayendo no solo a inversores, sino también a reguladores y profesionales del derecho.

Para entender la filosofía que corre detrás de la creación de Nakamoto, debemos saber que, a principios de 1990, apalancado en Internet, surgió un movimiento con un fuerte tinte político libertario conocido como los Cypherpunks, cuya bandera era -y es- defender la privacidad de las personas a través de la criptografía, utilizando el anonimato, firmas digitales y dinero electrónico. De alguna manera, proponían establecer un freno a la cibervigilancia estatal. En esencia, las criptomonedas, a diferencia del dinero de curso legal, promueven la separación entre individuo y Estado.

Es por ello que, desde el principio, el Bitcoin fue señalado por incentivar el anonimato, lavado de dinero y evasión fiscal. Además, por la volatilidad de su precio fue ganando muchos detractores de inmenso poderío, pero también defensores particularmente cansados de los abusos de los actores centrales del sistema financiero. Parece ser que, desde el primer momento, la tecnología blockchain estuvo destinada a lograr la descentralización soñada por los renegados Cypherpunks (2.0).  

Corría el año 2010, cuando un tal Laszlo Hanyecz, entusiasta de Bitcoin y residente en el Estado de Florida, hizo una oferta única en un foto de seguidores: estaba dispuesto a pagar 10,000 bitcoins por dos pizzas entregadas en su casa, lo que se concretó poco tiempo después.

Este acto fue mucho más que una simple transacción: representó la primera vez que Bitcoin se utilizó para comprar bienes físicos, llevando la criptomoneda más allá del ámbito de la experimentación digital y hacia la vida cotidiana de las personas. Solamente tres años después -en abril de 2013-, el precio por bitcoin cayó de 266 dólares a alrededor de 50 dólares para luego subir a alrededor de 100 dólares. Hoy su valor supera los 36.000 dólares. 

El siguiente hito fue, la aparición de Ethereum -o Bitcoin 2.0, como les gusta denominar a algunos-, protocolo de blockchain con la capacidad de crear contratos inteligentes o smart contracts, entre otros usos.

A medida que Bitcoin fue ganando popularidad, muchos países comenzaron a reconocer su estatus legal y a desarrollar regulaciones específicas para las criptomonedas. Algunos como Suiza, Singapur, Australia, Lituania, Letonia, Estados Unidos, abrazaron la innovación,  mientras que otros como Rusia, Bolivia, China y, por supuesto, Argentina, se mostraron cautelosos. En este sentido, sin dudas fue El Salvador quien dio un paso fundamental adoptando al Bitcoin como moneda de curso legal.

Argentina, sin normativa uniforme, pasó de una actitud expectante –normativas menores de organismos de control como la Unidad de Información Financiera, el Banco Central y la Comisión de Nacional de Valores-, a una totalmente prohibitiva, afectando a los bancos y a los servicios de pagos que habían comenzado a ofrecer Bitcoin a sus clientes.

Con el crecimiento de la adopción de Bitcoin, surgen nuevos desafíos legales. La volatilidad del mercado, la seguridad cibernética y las preocupaciones sobre el uso indebido siguen siendo temas candentes. Los reguladores buscan equilibrar la innovación con la protección del consumidor y la estabilidad financiera, planteando preguntas cruciales sobre la supervisión y la responsabilidad. La Comisión Nacional de Valores dispuso la creación de un Hubb de Innovación a fin de que los desarrolladores presenten sus proyectos con el objetivo de que el organismo les dé su opinión (no definitiva), antes de que inviertan dinero y salgan al mercado.

Sin embargo, la eterna pregunta es ¿cómo regular lo que nació para operar y desarrollarse fuera de la lupa del Estado y con el objetivo de hacer frente a los abusos de los gobiernos y las entidades financieras? Creo firmemente que cualquier regulación que nazca en el seno del Estado, sin la intervención de los principales representantes del ecosistema cripto, está destinada al fracaso.

En ese sentido, en el marco de LABITCONF (Latin American Bitcoin & Blockchain Conference), conferencia líder en América Latina que reúne a los principales referentes de la industria, se presentó el Anteproyecto de la Ley Bitcoin Argentina, haciendo un llamado expreso a cualquier persona de la comunidad a realizar el aporte que considere pertinente.  

Bitcoin celebra 15 años y es evidente que el vínculo inseparable entre tecnología y legalidad continuará evolucionando. Este viaje resulta ser un testimonio de la capacidad de la tecnología para desafiar las convenciones y remodelar el mundo financiero. Mientras avanzamos hacia el futuro, la intersección entre la ley y la tecnología seguirá siendo un terreno fascinante y desafiante, definiendo la próxima fase de la revolución financiera digital.